jueves, 14 de febrero de 2008

Antesala

Solo se escuchaba el resonar de las teclas, golpeteando su eco en los paneles de nogal. El silencio de mis interlocutores, se me hacía eterno, pero una simple invitación abre esperanzas a una nueva conversación:

-¿Quieres café?
-Sí, gracias.

El tecleteo se ha detenido para agudizar mi oído que logra oir el burbujeante hervir de la cafetera. Todo termina con el sonido de las pisadas que hacen rechinar el añoso piso de madera, mientras cae lentamente un tazón de cerámica...Y cae, cae, cae...